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Vicuña Mackenna: cronista y actor de la Guerra del Pacífico

Solapas secundarias

La guerra debía comenzar: Vicuña Mackenna y los intereses territoriales de Chile

En diversas publicaciones Vicuña Mackenna criticó la lentitud del gobierno de Aníbal Pinto para declarar la guerra. Desde su escaño de parlamentario, el 21 de marzo de 1879 lo interpeló directamente: "¿Es posible que en estos momentos supremos (...) se cruce de brazos? No. Esto es lo que el país no acepta, ni yo tampoco acepto" (1939: tomo III, 17).

Llegó a tal su desavenencia con la conducción oficial de la guerra que apoyó la candidatura del general Manuel Baquedano a la presidencia, en desmedro de su compañero de partido y antiguo integrante de la Sociedad de la Igualdad, Domingo Santa María. En sesión del 4 de junio de 1881 expresó:
"El triunfo de Chorrillos, no fue la obra del honorable ministro de la Guerra en campaña, que aquí se sienta. (…) el plan de Chorrillos, que nos condujo a la imperecedera gloria, fue obra de estos tres hombres de guerra, que el país ama y admira: Baquedano, Lagos y Velásquez" (1939:93).

Para el senador, Arica tenía una posición estratégica que le permitía actuar como base y punto de equilibrio político en el Pacífico sur. Desde el inicio de la guerra, defendió el avance desde esta ciudad hacia Lima con el fin de asegurar el triunfo de Chile.

El nacionalismo expresado por Vicuña Mackenna se inscribió en el marco de consolidación del Estado chileno, por ello destacó las acciones militares de los combatientes y contribuyó a forjar un relato histórico que glorificaba el pasado reciente del país.

Pero sus esfuerzos de exaltación patriótica no se limitaron sólo a militares, pues en pleno conflicto bélico dio vida al Libro de la plata, obra en la que destacó a mineros y empresarios nacionales como los primeros exploradores y autores del progreso productivo del desierto de Atacama, y que según el historiador Manuel Vicuña, tuvo como fin "chilenizar" el pasado de esta zona recién arrebatada a Bolivia y Perú (2009:83).

La necesidad de definir los límites territoriales del Estado chileno lo llevó a cumplir un rol clave en el conflicto con Argentina y en la ocupación del territorio mapuche. Desde su lugar como parlamentario, en 1878 intercedió para evitar el conflicto con el país trasandino y contribuyó a la firma del Tratado limítrofe de 1881, tras calificar a la Patagonia como una tierra estéril.

Apoyó luego la anexión de la Araucanía, bajo el argumento de hacer productivas las tierras agrícolas de la zona, además de "pacificar" y "sumar" a los indígenas en el camino modernizador del "progreso" y "civilización".

Aunque su belicismo parezca contradictorio al discurso y prácticas americanistas que sostuvo en la década de 1860, es necesario considerar que la realidad económica y política de los países sudamericanos se había transformado en estos quince años.

Cuando a mediados de los '60 diversos intelectuales de la elite americana convergieron en la crítica hacia los afanes imperialistas de las potencias europeas, Vicuña Mackenna se mostró entusiasta y colaboró en la fundación de la Sociedad de la Unión Americana, y en la redacción de las "Bases para la Unión Americana".

Sin embargo, hacia 1878 la mirada de la elite nacional hacia los países sudamericanos no generaba tal grado de adhesión, debido a la crisis económica internacional y a la disminución en el precio del cobre. Fue entonces que la riqueza del norte salitrero hizo converger a empresarios, intelectuales y gobernantes en la declaración de guerra a Bolivia.

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